Mantener el ego bajo control: ¡Un tema de los directivos exitosos!

Para las personas exitosas, es muy fácil perder el piso. ¡Puede sucedernos a todos! Prepárate para que no te pase a ti.

¿Te has topado con personas brillantes que han alcanzado la fama y el éxito, por ser expertos en su profesión, que sin embargo tienen un ego del tamaño de una muralla impenetrable?

El ego es una palabra latina que quiere decir “Yo”. Todas las personas tenemos un ego que puede estar saludable o puede estar muy inflado.

Sin duda has conocido (personalmente o a través de los medios de comunicación) a hombres y mujeres que han triunfado en la vida. Personas que dentro de su campo profesional han desarrollado habilidades extraordinarias y se han vuelto expertos en lo que hacen.

Si conoces a alguien así, es probable que te hayas sentido inspirado por su éxito y motivado a seguir sus pasos. Eso es maravilloso, porque significa que eres una persona que desea triunfar en el ámbito profesional.

Las personas exitosas han cubierto sus 10,000 horas de práctica y esfuerzo para llegar a ser expertos (según la teoría del sociólogo y escritor Malcolm Gladwell.) No sé si la cifra sea exacta; lo que si sé es que hay que trabajar muchísimo (“muchísimo” equivale a darlo todo) para lograr hacerse experto en cualquier campo. Como te dirá cualquier profesional del entrenamiento físico: el músculo tiene que desgarrarse para crecer.

¿Pero que sucede comúnmente cuando alguien llega a la cima del éxito?

Si has tenido muchos logros en tu vida profesional, en primera instancia, te felicito. Segundo, como psicoterapeuta, me permito compartirte lo que posiblemente ya sabes: que para las personas exitosas, es muy fácil perder el piso. Subir tan alto te hace ver todo muy pequeño. Pierdes la perspectiva y te conviertes en el centro del universo.

¿Cómo saber si éste es tu caso? Te propongo algunas preguntas para que diagnostiques rápidamente la salud de tu ego:

  1. Normalmente, ¿espero recibir un trato diferente al que se le da a otros?
  2. Estos días, ¿me he comportado de manera inflexible o autoritaria?
  3. ¿Me gusta demostrar o “lucir” mi posición, mi educación, mis conocimientos, mi status, mi riqueza, mis…?
  4. ¿Impongo mi voluntad sobre los demás, sin molestarme en buscar el diálogo o el consenso?
  5. ¿Me he permitido tener actitudes de “desprecio” hacia otros, en mis palabras, gestos, pensamientos…?

Si te sientes identificado con algunos de estos comportamientos (en mayor o menor medida), éste podría ser un buen momento para que comiences a cultivar una competencia suave de los líderes de excelencia: la de mantener nuestro ego bien aterrizado a pesar de nuestros éxitos y logros.

Pero, ¿para qué?¿De verdad es malo si sé reconocer mi propia importancia?

A menudo se dice que alguien triunfador tiene el derecho de sentirse orgulloso de sus logros. Ciertamente, es bueno tener un sentido de satisfacción sobre nosotros mismos. Reconocer tus talentos, tus fortalezas y tus victorias, de una forma sana, puede ser algo muy positivo.

Sin embargo, el problema comienza cuando llego a creer que soy más importante que los demás.

A todos nos ha tocado convivir con una persona que era demasiado consciente de su propia importancia. Estas personas van adquiriendo conductas pedantes, prepotentes o soberbias. Podemos verlo en ellos claramente y nos decimos: ¡qué bueno que yo nunca seré así!

Cuando un líder es incapaz de mantener su ego aterrizado, esto le hace daño a él mismo y también a las personas que trabajan con él:

  • Se erosiona su capacidad de empatía.
  • Las personas le temen
  • El ambiente se vuelve pesado
  • Le obedecen, pero no inspira a nadie.
  • Es contagioso: sus colaboradores muy cercanos también se sienten “especiales”
  • La comunicación y la confianza disminuyen
  • Se genera mucho estrés (y se disminuye la productividad)
  • Hay un clima laboral empobrecido el área
  • El desempeño de sus reportes directos disminuye

Afortunadamente, hay buenas noticias. Si deseas tener una relación más saludable con tu propio ego, hay cuatro pasos muy concretos que puedes seguir para ello.

4 claves para mantener nuestro ego bien anclado

  1. Reconoce la participación de los demás, en tu éxito.

Recuerda que no es posible realizar grandes metas sin la ayuda de los demás. Aunque tú seas el líder, cada persona que colabora contigo ha aportado sus conocimientos, su trabajo y su tiempo. Desde el que saca las fotocopias hasta tu colaborador más cercano.

Haciendo una analogía musical: Tú eres el director de la orquesta. Pero necesitas personas que sepan tocar los instrumentos.

  1. Recuerda a las personas que creyeron en ti y te impulsaron en tus inicios.

Este paso te ayudará a ser más humilde.

Intenta traer a tu memoria, a esa persona o personas que tuvieron la generosidad y la paciencia de apoyarte cuando hacías “tus pininos” en el ámbito profesional. Puede ser alguno de tus padres, o alguien en la empresa.

Ahora trata de apoyar a los que vienen detrás de ti. Esto te hará un líder merecedor de lealtad y admiración.

A lo largo de tu vida profesional, sin duda ha habido personas que creyeron en ti, vieron tu potencial y te apoyaron. Sigue su ejemplo.

  1. No pierdas de vista los valores que te hacen más humano, como la empatía, la generosidad y la humildad.

La grandeza de un ser humano no está en sus triunfos profesionales, sino en la robustez de su carácter: es decir, sus valores personales y morales.

En el tiempo, nadie te recordará por el puesto directivo que tuviste ni por la lujosa oficina que ocupabas. Las personas te recordarán siempre por las cosas positivas que hiciste por ellos. Por ejemplo: por haber sido un líder cercano y empático que apoyó a sus colaboradores.

  1. Agradece lo que tienes y disfruta de tus triunfos. (No se trata sólo del éxito.)

Si te detienes a reflexionar, notarás que además de tu talento y tu esfuerzo, tienes mucho que agradecer y disfrutar en tu vida.

No todo tiene que ver con tus logros profesionales. Tienes salud, hay personas cercanas que te aprecian, hay música, hay arte, hay naturaleza y todo lo bueno de la vida. No lo pierdas de vista. Esto te dará una perspectiva más amplia, sobre la importancia de ser agradecidos con Dios y con la vida.

No seas de los que trotan por la playa sin ver el oleaje del mar, concentrados en sus inversiones y en sus grandes proyectos.

En conclusión

Es loable y digno de admiración que hayas llegado tan alto en el ámbito profesional y que seas un experto en tu campo. Eso habla de tu disciplina, tu talento, tu esfuerzo y tu gran inteligencia. Pero sobre todo, ¡habla de tu gran pasión por lo que haces!

Si además de estos atributos y talentos que tienes, cultivas la humildad y la cercanía, lograrás no sólo fortalecer tu calidad humana, sino también inspirar a las personas que colaboran contigo. Pasar de ser un líder bueno a ser un líder de excelencia implica aprender a domar nuestro ego. Recordar que somos humanos para poder trabajar hombro con hombro con la gente que nos rodea.

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