Cómo dejar de ser un MacGyver en el trabajo

El gran problema con MacGyver era su tendencia de hacerlo todo él solo.

Si eres de los que han dedicado mucho tiempo, dinero y esfuerzo (miles y miles de horas de estudio) a su desarrollo profesional, lo más seguro es que seas muy bueno en lo que haces, y te felicito por eso.

Por otro lado, ahora te planteo una pregunta: ¿Qué tan bueno eres para colaborar con otros?

Sucede que, con frecuencia, las personas muy preparadas que ocupan puestos de liderazgo tienen problemas con el trabajo colaborativo. Por ejemplo, no les gusta delegar tareas complejas (y no lo hacen). No toman en cuenta a los demás a la hora de tomar decisiones. Evitan las reuniones con todas sus fuerzas.

Es así como acabas convirtiéndote en el MacGyver de tu oficina.

¿Recuerdas aquella serie televisiva de hace años? MacGyver era un hombre que siempre se las ingeniaba para resolverlo todo él solo. Todo lo podía. Era muy hábil para improvisar. Sus recursos más poderosos eran su gran inteligencia y su creatividad.

A primera vista, tal vez nos guste pensar que somos como MacGyver. ¿Quién no quiere ser creativo, capaz de resolver cualquier cosa?

El gran problema con MacGyver era su tendencia de hacerlo todo él solo.

Desde luego, en el pequeño mundo dentro de la televisión, le salía todo muy bien. El personaje de MacGyver es la encarnación de un mito; es la idea de que una sola persona puede hacer algo grandioso. La cruda realidad es un poco distinta.

En la vida real, la persona que trata de hacer todo por sí misma termina agobiada, frustrada, cansada y de malas. Con su energía dispersa en mil tareas. Probablemente, dicha persona no será capaz de terminar aquello que comenzó a emprender. Si de algún modo lo logra, lo acabará tarde, a un altísimo costo en esfuerzo, salud y estrés, o fuera de presupuesto. Justamente, por falta de apoyo.

Aunque seas brillante en tu trabajo, si no confías en tu equipo, tu decisión de relegarlos a segundo plano te hará desperdiciar tiempo y recursos sin que te des cuenta.

Acá en DEO, creemos que un equipo bien alineado siempre logrará más cosas que una sola persona. MacGyver también tenía detrás de él a todo un equipo técnico que hizo posible que viéramos sus proezas.

Albert Einstein dijo una vez:

“Muchas veces al día me doy cuenta hasta qué punto mi vida exterior e interior, se fundamenta en el trabajo de mis semejantes, tanto los vivos como los muertos, y de todo lo que debo esforzarme para poder aportar tanto como he recibido.”

Y, ya que estamos sacando las frases célebres, existe un proverbio chino que dice:

“Detrás de un hombre capaz, siempre hay otros hombres capaces.”

Esta gran verdad aplica en todo, y especialmente en la empresa.

Okay. ¿Pero qué hago ahora si mi equipo no da el ancho?

Considera estas cuatro reglas sobre el trabajo en equipo:

  1. Un equipo es una célula de personas que se mueven como un todo ordenado hacia un fin común.
  2. Un equipo no es (y nunca debe ser) un montón de extraños que están obligados a soportarse mientras intentan interactuar lo menos posible.
  3. La energía que inviertas en fomentar una genuina colaboración con la gente que te rodea nunca será energía malgastada.
  4. El tiempo que pasas haciendo algo que podrías haber delegado a alguien más es tiempo que no estás invirtiendo en hacer algo más valioso.

Con estos principios en mente, te proponemos tres pasos muy sencillos que puedes implementar para que tu equipo comience a colaborar mejor a partir de hoy:

  1. Dedica tres minutos a elaborar una lista de las cosas que no te gustan acerca del modo en que se realiza el trabajo en tu equipo.
  2. Dedica otros tres minutos a elaborar otra lista, de aquellas cosas que sí te agradan.
  3. Organiza una reunión de 15 minutos para compartir tus listas con las personas y platicar sobre los puntos que has identificado. Puede ser una reunión de equipo, o puedes agendar una conversación 1-a-1 con alguien en especial. Comienza con lo positivo para que los demás se sepan valorados por ti. Después, explora los temas que pueden mejorarse. Pregunta a tus compañeros qué ideas se les ocurren para rodear o superar estos problemas.

No olvides salir de la conversación con iniciativas concretísimas para que el cambio suceda. Da seguimiento a estas iniciativas en una semana o dos.

Si algo quedó por hacer de tu lado, asegúrate de cumplir fielmente con tu compromiso. Así, tu autoridad moral inspirará a los otros a hacer lo que está en sus manos.

El truco es tener estas sesiones de diálogo con frecuencia. Por ejemplo, una vez al mes. La cultura de la colaboración se genera así, poco a poco. Despacito, pero sin pausa.

Aunque el trabajo en equipo es una piedrita en el zapato para muchos, tus esfuerzos por trabajar mejor con los demás siempre habrán valido la pena. Identifica oportunidades de mejora, dialoga con las personas, delega el trabajo y observa cómo el crecimiento del equipo y de las personas comienza a suceder. Y no olvidemos nunca: la cultura de la colaboración siempre será mejor que la cultura MacGyver.

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