¿Te cuesta trabajo concentrarte? Tips para no sabotearte a ti mismo

Existen “partes” de ti que tienden a sabotearte secretamente, escondidas en tu subconsciente.

En una escala del 1 al 10, ¿qué tan fácil es que te distraigas en tu trabajo?

Y, ¿qué tan difícil es concentrarte? (O recuperar el enfoque si ya te fugaste de lo que estabas haciendo.)

Si eres de esas personas que pueden mantener un gran orden y disciplina en su jornada laboral, entonces te felicito sinceramente. Pero si más bien tiendes a distraerte, este artículo es para ti.

Te propongo esta idea: Cuando te cuesta trabajo ser productivo, la causa generalmente no es que tú no quieras esforzarte. Más bien, existen “partes” de ti que tienden a sabotearte secretamente, escondidas en tu subconsciente.

Mi intención el día de hoy es compartirte algunos tips para que puedas negociar con esos aspectos de ti: esas facetas tuyas que no están bajo el dominio de tu mente consciente y que no quieren cooperar contigo a la hora de cumplir tus tareas del día.

Primero que nada, quiero que sepas que es normal “estar dividido.” Una parte de ti sabe que tienes mucho trabajo que hacer y que es tu obligación cumplirlo, pero esa parte “responsable” tuya no siempre encuentra eco entre tus impulsos, deseos y pensamientos.

Por un lado, quieres hacer lo que te corresponde. Pero, aún cuando te sientas frente a la computadora, simplemente no avanzas y te distraes fácilmente. Son esos días en los que estás a merced de tus necesidades inconscientes que te dicen “no quiero”, “qué flojera”, “al ratito lo hago”, “primero checo cuantos likes me han dado” etc..

En ese momento, te das cuenta de un problema: la mitad de tu ser se resiste a avanzar con todas sus fuerzas. Poco a poco, tus ganas de lograr lo que tenías que hacer se van debilitando. Después de pasar media hora checando el Facebook, empiezas a sentirte desmotivado.

Okay, pero ¿cómo le hago para superar eso?

¡Lo primero que puedes hacer es reconocerlo! Estás desmotivado, y te vendría bien un poco de ayuda.

Y entonces, ¿quién te va a ayudar? Pues tú mismo. A partir de hoy te vas a convertir en el entrenador de tus “partes rebeldes”. La forma de hacerlo es escucharles y negociar con ellas.

Eso no significa que te tomes el día ni nada por el estilo. Este ejercicio toma sólo unos minutos al día, y sirve para saber por qué estás tan poco productivo y qué puedes hacer para corregir el rumbo. Para recuperar tu enfoque, sólo necesitas un empujoncito.

¿Cómo reconocer a los oponentes de mi “yo productivo”?

Para saber con quién te vas a enfrentar, tienes que conocer a tus oponentes, y para eso les vas a escuchar atentamente. Te presento a los que hacen su aparición de manera más frecuente:

  • Tus estados de ánimo
  • Tu diálogo interno
  • Tus hábitos inconscientes
  • Tus pensamientos
  • Tus emociones
  • Tu niño interior

Ellos son aspectos tuyos que sólo quieren hacer cosas muy estimulantes. Están buscando cualquier pretexto para abandonar tus tareas laborales. En realidad no tienen mala intención, solo desean que te la pases bien, pero si las dejas llevar las riendas, te harán perder el trabajo.

¡Estos oponentes de tu productividad hablan muy bajito, pero presionan mucho!

Hablan tan bajito que no siempre llegan a tu mente consciente y sólo se quedan como una mera sensación o estado de ánimo. Presionan de tal manera que terminan arruinando tus intentos de ser productivo.

A estas partes de ti, necesitas darles voz. Si no las escuchas, pueden derrotar tus nobles propósitos de cumplir con tus labores. ¿Has visto un niño haciendo un berrinche en una tienda? Bueno, pues es algo parecido.

Si les dieras voz, dirían: “estoy aburrido”, “estoy muy disperso”, “estoy muy cansado”, “no me puedo concentrar”, “tengo hambre”, etc. Son como ese niño pequeño que necesita que alguien lo corrija, lo motive y lo dirija de manera amable pero firme.

Cuando te dejas vencer por estas partes de ti, ocurre el “secuestro emocional”

Daniel Goleman, el gurú de todo lo relacionado con la inteligencia emocional, llamó “secuestro emocional” al momento en que tu cerebro emocional se apodera de tu cerebro racional — y, por lo tanto, de tu conducta.

Para poder enfrentar los trucos de tu cerebro emocional y evitar este secuestro de la razón, puedes seguir estos sencillos pasos, que aplicados de manera constante, te ayudarán a tener una mejor gestión de ti mismo. Recuerda que estas cosas no están verbalizadas en tu mente consciente, sólo son estados anímicos agazapados en el subconsciente y para poder manejarlas hay que dejarlas expresarse.

  1. Ponle nombre a lo que estás sintiendo. (Esto ayuda a ponerlo en el consciente para que puedas trabajar con ello.)
  2. Dale voz a cada parte, deja que expresen lo que necesitan.
  3. Valida lo que manifiesten.
  4. Negocia con ellos.

Aquí te dejo un ejemplo:

Estas teniendo uno de esos días áridos. Te sientas a trabajar y no logras avanzar. Algo pasa; lo tienes como una sensación… nada más lo estás sintiendo. Lo ubicas, lo reconoces y empieza el diálogo:

“¡No me puedo concentrar! Estoy cansado y me cuesta esfuerzo.”

— Ok, ¿pero cómo concilias eso con el hecho de que tenemos que trabajar? No es opcional. ¿Qué tanto estás dispuesto a concentrarte por una hora? ¿Puedes intentarlo por una hora, por favor?

“Lo intentaré.”

— Genial, ¡tú puedes! Después de esa hora, tomaremos unos minutos de descanso.

“Pero… después de eso tengo otra junta. ¡Oh, no! ¡Moriré!”

— No, no morirás; no exageres. Entiendo que no te gusten las juntas, pero hay que atenderlas; son importantes. Al acabar la junta te invito un café. Sólo promete que tratarás de enfocarte.

“Ok.”

— Pero regresamos a trabajar después del café, ¿de acuerdo? Nosotros podemos. ¡Vamos!

Tal vez éste te parezca un diálogo algo tonto, pero créeme: funciona. Desde luego, no tiene que ser exactamente así; sólo es algo ilustrativo. Tu creatividad te hará encontrar la manera de negociar contigo mismo. El punto es que vayas ganándole terreno a esas partes tuyas que se aburren con facilidad.

Si te aplicas a ello cada día, podrás ver cómo se desarman tus viejos hábitos “pro-pro” (pro-procrastinación). cuando menos lo esperes, estarás más y más en control de todas las facetas de tu ser, cada vez más capaz de ejecutar tus pendientes.

Te puedo asegurar que se siente alivio al no estar a merced de nuestros impulsos y deseos, que llegan y quieren tomar el control de todo.   

Dialogar con estas partes inconscientes de ti, que por lo general te boicotean sin que te enteres, te hará una persona más responsable y más disciplinada, porque las armonizarás de manera que también tengan su espacio en algún momento del día (después del trabajo o en tus momentos de descanso.)

¿Qué otras ventajas obtendrás al aplicar esta técnica?

  1. Conocerte a ti mismo, cada vez un poco más. Tus estados emocionales estarán en tu consciencia y eso te permitirá modificar los que no te sean útiles.
  2. Estar más integrado porque dejas de permitir que tus emociones gobiernen tus acciones.
  3. Vives tu día con menos frustración. Tú sabes lo que se siente dejar el trabajo mal hecho o no terminarlo. Te regañas, te entristeces y te sientes desmotivado.
  4. Blindas tu productividad para que tu inconsciente no pueda sabotear tu jornada laboral.
  5. Aprendes a reconocer y dialogar con las demás partes de ti, que no están a bordo con las tareas que necesitas realizar.
  6. Podrás tolerar mejor la frustración; aumentará tu capacidad de hacer cosas que te parecen molestas o difíciles.
  7. Aprenderás a postergar las gratificaciones; la clave es siempre cumplir con los premios que te prometes cuando negocias contigo mismo.
  8. Al apagar los conflictos de interés que suceden en tu interior, estarás más integrado y podrás moverte en una sola dirección: trabajar cuando toque trabajar, disfrutar cuando toque disfrutar.

Recuerda: cuando estas dividido y no haces nada para remediarlo, ganará tu mente inconsciente y tus estados emocionales. Es literalmente un secuestro emocional.

Cuando estás integrado y a cargo, puedes dirigirte en la dirección que deseas, sin tanta pelea. Sólo reconoce qué es lo que te está pasando y hazte cargo. Dialoga y negocia contigo. Nunca más te quedarás sentado frente a la computadora, viendo la pantalla sin procesar.

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