¿Qué hacer cuando la retroalimentación que recibes no es tan buena?

Inteligencia emocional
Siempre que recibimos retroalimentación, tenemos la oportunidad de aprender algo de ella.

Todos los días recibes retroalimentación (o feedback) de las personas con quienes trabajas.

Por ejemplo: si cometes un error, probablemente alguien te lo dirá de manera constructiva. Otras veces, recibes el feedback en forma halagos; o bien, de quejas culpabilizadoras. También puede que te enteres de lo que otros piensan de ti por los comentarios que han hecho a tus espaldas.

Cualquiera que sea la forma en que hayas recibido feedback, te aseguro que has escuchado muchas cosas positivas, y también te habrán reportado aspectos de tu comportamiento que puedes mejorar (no somos perfectos pero sí perfectibles).

Si en el balance has recibido mas retroalimentación positiva, te felicito; eso significa que tu forma de trabajar es efectiva e inspiradora. Sin embargo, hoy te invito a poner especial atención en el feedback sobre tus áreas de mejora, porque allí está tu oportunidad de seguir creciendo.

¿Cómo aprovechar el feedback negativo?

Si bien es muy necesario estar abierto a las percepciones que los demás tienen sobre ti, no es agradable cuando estas son “negativas”. Este tipo de retroalimentación puede parecer especialmente amenazante si lo vives como un ataque hacia tu persona. Todo depende de la óptica con que lo mires; puedes verlo como una oportunidad o como un castigo. Eso sólo depende de ti.

A veces la retroalimentación negativa sucede por situaciones de conflicto que se dan entre las personas. Esto no es motivo para alarmarnos; es más o menos inevitable. En las relaciones de colaboración siempre habrá momentos de tensión o malentendidos que generen desgaste en las relaciones. Si esto pasa hasta en las mejores familias, es imposible que no nos pase en el trabajo.

No obstante, siempre que recibimos retroalimentación, tenemos la oportunidad de aprender algo de ella. Cuando recibas feedback negativo, no te desanimes; no lo ignores ni lo rechaces. Rechazarlo no borrará lo que los demás piensan de ti; lo único que pasa es que no aprovecharás la información para mejorar.

Hoy te invito a analizar cuidadosamente lo que te reportan los demás y tomar nota de las cosas que sí te pueden servir para crecer. No se trata de tomarlo al pie de la letra, sino de ver cuáles son las pautas de comportamiento que están obstaculizando un buen desempeño en tu trabajo y qué áreas están requiriendo más compromiso de tu parte.

Pero ¿cómo puedo “no tomarlo personal”?

Para evitar ver la retroalimentación negativa como un castigo, debes recordar que no se trata de un señalamiento contra tu persona. Lo que se está evaluando es tu desempeño, tu colaboración y tus competencias hasta ese momento. Todos estos son aspectos dinámicos que están bajo tu control; por tanto, todas son cosas que puedes cambiar o mejorar si lo deseas.

Recuerda que tú no eres tus competencias, tus actitudes, tus estados de ánimo ni tus pensamientos. Éstos son sólo aspectos tuyos, y pueden mejorar y florecer con un poco más de atención o dedicación de tu parte.

Lo que conviene hacer (una vez superado el primer impacto) es analizar y detectar cuáles son las actitudes o hábitos viejos que vienes arrastrando y que obstaculizan tu buen desempeño. Si descubres en donde están esas resistencias, será más fácil hacer cambios que generen actitudes nuevas; y, por tanto, nuevos hábitos positivos y duraderos.   

¿Cómo analizar la retroalimentación negativa?

Vamos a ver algunos ejemplos de retroalimentación negativa y qué puedes aprender de cada uno.

Cuando te dicen que hiciste algo con calidad deficiente, eso puede significar que tus competencias duras (o hard skills) necesitan pulirse. Tus hard skills son aquellas habilidades que se esperan de tu trabajo o profesión; por ejemplo, un ingeniero debe saber operar sistemas complejos. Un agente de servicio al cliente debe saber cómo identificar y resolver las necesidades de los consumidores que acuden a él. Si tus habilidades duras no están al nivel de tu trabajo, considera pulirlas con más educación y experiencia; siempre debes seguir actualizándote y preparándote. Puedes pedir ayuda a tu supervisor sobre este tema.

Si alguien se queja sobre tu forma de liderar a tu equipo de trabajo, te sugiero que converses con él o ella. Escucha con interés lo que tenga que decirte. Un líder que no teme el feedback, inspira confianza y seguridad. Por otra parte, en este mismo blog, puedes encontrar muchos artículos útiles para pulir tus competencias de liderazgo.

Si te reportan que el problema es por una comunicación deficiente, puede ser que no te estés expresando con claridad y proactividad. O bien, puede ser que las personas sienten que no estás abierto a escuchar sus puntos de vista; que seas impaciente o áspero, o que incluso a veces omitas informar a tu equipo sobre las decisiones que tomas. Considera buscar materiales en Internet; por ejemplo, en nuestra misma website, que te ayuden a mejorar tu capacidad de escucha.

Si lo tuyo es ser irritable, busca recursos que te ayuden a cultivar la paciencia. No te enojes, respira profundo, detén la palabra hostil. Cambiar defectos de carácter es de las cosas más complejas que podemos intentar, pero se puede hacer. El cerebro humano es muy flexible; si a diario tratas de no actuar con rudeza cuando estás molesto, te aseguro que tu constancia rendirá sus frutos.

Como puedes ver, todas las cosas que los demás puedan observar en ti son susceptibles de cambio y mejora. Y, sobre todo, son oportunidades para ti. Te animo a que vayas trabajando en tus áreas de oportunidad, a tu ritmo. Trabajo un poco cada día, paso a paso sin desistir. Verás que a medida que vas implementando nuevas prácticas, tus competencias irán mejorando y tus habilidades serán más fuertes cada día.

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